25 oct 2009

¡Ay, Kris Kelvin!


Cuando se estudia la ciencia ficción de los 60 y 70, todos los temas se analizan según el marco político comunista (siempre desde el punto de vista negativo) y la represión que se ejercía sobre las creaciones. Es claro el ejemplo de Tarkovsky. Cuando se veían sus películas siempre se distinguían signos encriptados que querían simbolizar la libertad que el cineasta no tenía. Cuando se marchó a Italia en 1983, todos los que habían estudiado sus películas esperaban que su obra cambiase mucho, ya que se encontraba alejado del lugar que le reprimía. Al ver Nostalgia, la sorpresa fue grande al ver que no se producía el cambio esperado. Y aunque los libros recogen estas impresiones, sólo lo hacen de forma anecdótica, ya que los estudiosos posteriores siguen utilizando el mismo discurso.
Que los escritores rusos y eslavos escriban sobre temas bastante profundos no es porque vivan oprimidos bajo la bota de la URSS, o no sólo por ello. Sólo hay que recordar los temas y las formas de los grandes escritores rusos: la culpa, la falta de comunicación, la religión, etc. que vemos en Tolstoi o Dostoievski; así como la figura de la madre y la esposa o el detenimiento en la infancia y el niño.

Que duda cabe que Kris Kelvin no es Superman o Flash Gordon, pero si es Guy Montag (el héroe de Fahrenheit 451, 1953) o Rick Deckard (¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, 1968), héroes de aquellos libros que exploran temas filosóficos que involucran especulaciones sobre las nuevas tecnologías, las posibilidades de comprensión entre seres reales, etc.
Estos personajes, bajo una apariencia irónica o no, en la mayoría de ellos se encierra un profundo pesimismo respecto a la condición humana.
¿Es ciencia ficción Solaris? Que duda cabe.



Película: Solaris (Tarkovsky, 1972)
Libro: Solaris (Stanislav Lem, 1961)

18 oct 2009

!Ay, los hombres que no amaban a las mujeres!

A Lisbeth Salander, a todas nosotras...

Nacida de la selva me tomaste
arisca yegua para estribos y albardas.

Durante muchas noches
nada se oyó
sino el chasquido del látigo
el rumor del forcejeo
las maldiciones
y el roce de los cuerpos
midiéndose la fuerza en el espacio.

Cabalgamos por días sin parar
desbocados corceles del amor
dando y quitando,
riendo y llorando
-el tiempo de la doma
el celo de los tigres-

No pudimos con la áspera textura de los vientos.
Nos rendimos ante el cansancio
a pocos metros de la pradera
donde hubiéramos realizado
todos nuestros encendidos sueños.

Áspera textura del viento (Gioconda Belli)


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